La Rebelión Es Imposible

Hace mucho tiempo los controladores mundiales entendieron que una dictadura científica es mucho más estable que una democracia. El escritor Aldoux Huxley la llamó la “dictadura sin lágrimas” en su libro Un Mundo Feliz y el filósofo Bertrand Russel dijo que “no existe nada en la naturaleza humana que haga imposible la persistencia de un sistema como ese”.

La dictadura científica o sin lágrimas es el dominio de una élite cuya justificación del poder político se basa en tener conocimientos científicos supuestamente superiores y en la convicción de que las muchedumbres son amantes de la servidumbre y esclavitud. Después de todo, los países más civilizados de la historia y los no tanto siempre han tenido vastas clases de esclavos, siervos o subordinados completamente a sus amos. Sin las restricciones de la moral tradicional, destruida por los mismos avances científicos, dicha elite busca ahora conseguir el dominio mundial utilizando todas las tecnologías para influir en los comportamientos públicos y mantener a la sociedad bajo una estrecha vigilancia. Este régimen cobra vida de la mano de la pandemia del Coronavirus 19.

“Todo el desarrollo de la técnica científica ha hecho más fácil mantener un dominio despótico de una minoría. Poco a poco, mediante la cría selectiva, las diferencias congénitas entre gobernantes y gobernados se incrementarán hasta convertirse en especies casi diferentes. No veo cómo algún movimiento de rebelión interna pueda llevar alguna vez la libertad a los oprimidos bajo una dictadura científica moderna. Una rebelión de la plebe sería algo tan inconcebible como una insurrección organizada por ovejas contra la práctica de comer carne de cordero“.

Bertrand Russell (1872-1970).

Aparte del peligro de una guerra nuclear, no hay razón por la cual la dictadura científica pueda ser inestable. Si los controladores mundiales manejan la distribución de los alimentos y cuentan con la lealtad de las fuerzas armadas, la policía y los privilegios de la clase política, su poder se hace absoluto. A decir del filósofo Johann Gottlieb Fichte, “ni la educación podría liberar al pueblo de la esclavitud”, las autoridades pueden bloquear las mentes de los jóvenes a todo lo que sea contrario al totalitarismo oficial.

“La educación debe tener como objetivo destruir el libre albedrío, de modo que, después que los alumnos han abandonado la escuela sean incapaces, por el resto de su vida, de pensar o actuar de otra manera que como sus maestros de escuela hubieran deseado. La dieta, inyecciones e infusiones se combinarán, desde edad muy temprana, para producir el tipo de carácter y el tipo de creencias que las autoridades consideren deseable, y cualquier crítica seria a los poderes se volverá psicológicamente imposible. Aunque todos sean miserables, todos se creerán felices, porque el gobierno les dirá que lo son”.

Johann Gottlieb Fichte (1762-1814).

Para que la dictadura sin lágrimas sea una realidad es necesario el establecimiento previo de un gobierno mundial que asegure el control universal sobre los nacimientos y las muertes. Por ello, la eugenesia, los abortos y las guerras, en donde el castigo por la derrota sea la muerte por hambrunas generalizadas, son características centrales en la construcción de este régimen, justamente, el estado actual del mundo y hay quienes lo proyectan así durante siglos. La rebelión es casi imposible ante la dictadura científica.

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