Al final de cada era existe una Gran Revelación que muestra todos los secretos que se le han ocultado a la humanidad. La tesis sobre la posible y probable homosexualidad del apóstol Pedro se sustenta en el mural La Última Cena de Leonardo Da Vinci y los evangelios de Felipe, María Magdalena y Tomás, una Carta de Pedro a Felipe y los Hechos de Pedro y los 12 Apóstoles.
El primer Papa de la historia dejó a su mujer e hijos por seguir a Jesús a quien decía amar con devoción. Sumado a ello era violento hasta la desmesura, miedoso y cobarde al negar a Cristo tres veces, machista con rasgos de misogenia al culpar de su sufrimiento a la madre universal y sufría de unos celos enfermisos contra María Magdalena, quien en aquellos tiempos era la compañera de Jesús, la más amada por el Revelador. Estas características quedaron plasmadas en el llamado «código gay» de la Iglesia Romana desde su fundación con el emperador Constantino durante el Concilio de Nicea en el 325, de modo que se puede deducir que serían el sello del carácter de su mismo fundador, Simón Pedro.
El que tenga ojos para ver que vea, oídos para oír que oiga y que no cese en su búsqueda el que busca.