En Chile no están dadas las mejores condiciones para elaborar una nueva constitución, a menos de una año del fracaso estrepitoso del primer intento.  Nada limpio puede salir de este segundo proceso forzado, que más parece un teatro del mundo, sino se resuelven antes los problemas del país.  Razones para sostener esta afirmación hay varias, mencionaré cuatro:

1.-CLASE POLÍTICA FRACASADA.  La clase política chilena al mando del proceso de redactar una nueva constitución carece de integridad para hacerlo, no sólo porque cargan con innumerables casos de corrupción desde que recobrara el poder en 1990 después de Pinochet, sino también porque derechas e izquierdas fracasaron en el intento de llevar a Chile al desarrollo.  Ambas ideologías, capitalistas y comunistas, por igual, están hipotecadas al dios del dinero, dejaron de trabajar por el bienestar de los pueblos hace ya tiempo y son directamente responsables del caos instalado en Chile.  ¿Qué cosa limpia puede salir de eso?

2.-NIVEL DE LOS CANDIDATOS.  El nivel promedio de los candidatos a consejeros constitucionales, en general, deja mucho que desear, ya que carecen de una visión de Estado amplia que integre a los chilenos.  Únicamente responden a las ideologías de derechas e izquierdas, acostumbradas a dividir para gobernar y a los ofertones en los períodos eleccionarios.  La misma falta de visión de Estado se repite con la llamada lista de expertos designados a dedo por el Congreso.

3.-NO HAY PRENSA LIBRE.  Chile carece de una prensa corportativa libre que busque la verdad e informe imparcialmente a la Opinión Pública, una condición indispensable para garantizar que los procesos eleccionarios se desarrollen de manera igualitaria.  Sin prensa libre, no hay democracia.

4.-GLOBALISMO.  La Organización de las Naciones Unidas ha declarado tomar a Chile como laboratorio social para experimentar con el globalismo y, para ello, a través de sus gobiernos desean instalar la Agenda 2030.

Bajo estas circunstacias nada limpio puede salir.  No hay condiciones para redactar una nueva constitución, auténtica y original, digna de una Nueva Era en América.  Si fracasa este segundo proceso, esperemos que no haya un tercero en el corto plazo y se entienda que los actores políticos tienen que trabajar para solucionar los problemas del Estado, algo que en Chile parte por la educación y la cultura.